En la actualidad, a pesar de ser el segundo idioma más hablado en el mundo, el español sigue sin tener una amplia presencia en el ámbito científico. Es el inglés, la lingua franca, quien se erige como idioma de la ciencia por excelencia. Para que el español avance en este campo, se debe fomentar la cultura científica y acabar con la brecha que tradicionalmente ha existido en los países del mundo hispánico entre la cultura y la ciencia, ya que son parte consustancial la una de la otra. “En cierta medida no se considera la ciencia como parte de la cultura y eso no ayuda a la impresión general”, han explicado los expertos que han participado en la jornada “La lengua española y las ciencias. Diálogos hispano-mexicanos”.
En este encuentro, coorganizado por la Fundación Ramón Areces, la Fundación Lilly, el Instituto de Filosofía del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), el Centro de Estudios Mexicanos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y la Asociación Española de Comunicación Científica (AECC), especialistas de España y México han analizado, desde todos los puntos de vista -geopolítica, divulgación, publicaciones e impacto-, un problema que debe tratarse más: el español no tiene reconocimiento académico. Entre los puntos destacados, se encuentran la percepción social de la ciencia en ambos países; la relación entre el español, las ciencias y las estructuras culturales; la comunicación científica en español, y el mundo de las publicaciones científicas. Asimismo, han reflexionado acerca de la relación de la actividad científica con paradigmas lingüísticos extrahispánicos y del poder de las grandes editoriales.
Esta jornada hispano-mexicana nace, tal y como ha comentado el director del Centro de Estudios Mexicanos de la Universidad Nacional Autónoma de México, el Dr. Andrés Ordóñez, porque “España y México son pioneros en la unión de esfuerzos en favor de la preservación de la lengua, a través de la cual compartimos y preservamos un conjunto de valores que nos definen como cultura global”. Además, ha añadido la importancia del imaginario cultural panhispánico en el fomento del español: “Nadie cuestiona hoy el valor de la literatura en lengua española y nadie tiene por qué cuestionar la ciencia en nuestro idioma. Pero para que ello ocurra es necesario operar un cambio en nuestra propia percepción de las cosas”.
En este sentido, el presidente de la Asociación Española de Comunicación Científica, Antonio Calvo Roy, ha evidenciado la necesidad de saber “dónde estamos y tratar de promover políticas destinadas a, si no estamos en una situación adecuada, cambiarla. Y es una tarea que tenemos que afrontar de manera conjunta los 500 millones de hablantes del español”. A este respecto, ha señalado que el español “es un idioma de ciencia, un idioma en el que se hace ciencia y se piensa en ciencia, pero no es un idioma de comunicación de la ciencia, porque ese papel lo tiene, casi en exclusiva, el inglés”. Por eso, este periodista cree que “se debe potenciar la creación en nuestro idioma y el intercambio y la comunicación, en nuestro idioma y en inglés”.
Además del fomento de la cultura científica, en el que coinciden los expertos para acabar con la brecha entre cultura y ciencia en el mundo panhispánico y restituir la autoridad del español, Calvo Roy también ha mencionado “la manera en la que se estructuran las carreras científicas y en cómo exigimos a nuestros investigadores que publiquen en revistas de gran impacto, que son en inglés porque los centros de decisión son anglosajones. Hay una suerte de monopolio muy complicado de romper”. Asimismo, ha incidido en que “en las carreras científicas cuentan más las publicaciones más citadas, lo que se llama impacto, y las revistas de más impacto son en inglés, en buena medida porque quienes elaboran esos índices de impacto lo hacen en ese idioma. Es la pescadilla que se muerde la cola”.
Formación y divulgación científica
La profesora María Jesús Santesmases, del Instituto de Filosofía del CSIC, ha evidenciado la importancia de “reivindicar una lengua que compartimos millones de personas”, para, así, “recuperar la lengua española para la formación y divulgación científica”. El español, ha señalado Santesmases, “es una lengua del conocimiento experto, pero no produce autoridad, y el reconocimiento se produce en otras lenguas”. Esta situación se viene dando desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, cuando Europa pasó a ser el centro geopolítico del mundo y el español “perdió su protagonismo geopolítico” y, por ende, su autoridad como idioma transmisor de conocimiento científico. Y es que, ha asegurado, “la lengua es una herramienta cultural, pero también política”.
Por su parte, el director de la Fundación Lilly, el doctor José Antonio Sacristán, ha indicado que el lenguaje es también una de las principales herramientas del médico, por lo que una mayor precisión y rigurosidad inciden en una práctica de la medicina más efectiva: “El español debería tener un mayor protagonismo en la divulgación del conocimiento médico, en las revistas biomédicas, para llegar a los profesionales hispanohablantes”. De acuerdo con esta idea, ha aprovechado para poner de manifiesto la riqueza del español, característica por la que considera que debería constituirse como lengua de referencia en el ámbito de la ciencia a nivel mundial. “Tenemos la suerte de contar con una lengua muy rica. Aprovechémosla”, ha concluido.
Fuente: F. Lilly/DICYT
Participantes en la jornada sobre lengua española y ciencias. Foto: F. Lilly.