Alejandro Espí es graduado en Ciencias Políticas y Gestión Pública por la Universidad Miguel Hernández (Elche) y Máster en Relaciones Internacionales Iberoamericanas por la Universidad Rey Juan Carlos (Madrid). Además de eso, posee tres posgrados, en comunicación política e institucional; en competencias profesionales, empleabilidad y emprendimiento; y en oratoria.
En la actualidad, ejerce la docencia de forma puntual en dos universidades, labor que combina con la de concejal en el Ayuntamiento de Los Montesinos, su localidad natal, en Alicante (España). Desde el 5 de enero y hasta el 5 de junio, hará una estancia de investigación en el marco de las Becas SEGIB-Fundación Carolina. Cinco meses en el Instituto de Ciencia Política de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República (Montevideo, Uruguay), donde desarrollará un estudio-diagnóstico sobre la desigualdad social, económica y de género en América Latina.
“Conocía a algunos y algunas docentes de esta Facultad por una experiencia de movilidad académica previa en el Instituto de Ciencia Política”, relata Espí, quien les planteó la idea del proyecto por el buen desempeño académico en esta facultad y “por tratarse de un país que presenta unas condiciones excepcionales que incluso se analizan en el proyecto”.
En concreto, su trabajo hace un seguimiento de la implementación de los ODS 1, 5 y 10 en América Latina, a modo de análisis comparado y con la combinación de aspectos cualitativos y cuantitativos. “Se analiza igualmente el impacto causado por la pandemia de la COVID-19 sobre las desigualdades regionales, muchas de ellas estructurales, y se estudia el caso uruguayo como ejemplo de implementación de políticas públicas tendentes a la corrección de desigualdades sociales, económicas y de género”, destaca el investigador.
Espí valora esta beca porque, como apunta, “me permitirá trabajar sobre una cuestión trascendental para el desarrollo inclusivo de las sociedades latinoamericanas”, porque le aportará un conocimiento en profundidad sobre la materia de estudio, y porque "me posibilitará entablar contacto con colegas de la academia y otros sectores profesionales vinculados al estudio del tema en cuestión”.
El investigador regresa así a esta facultad en la que ya hizo una estancia de doctorado de un año de duración (entre 2016 y 2017), y que recuerda como “una experiencia muy enriquecedora tanto a nivel académico como personal”. Esta nueva etapa abre ahora “una gran oportunidad para trabajar un asunto que requiere de un profundo y constante análisis y reflexión”, y con ella espera aportar nuevos avances y visiones, más conocimiento y nuevos contactos académicos que sumar a su experiencia investigadora. Y es que, en su opinión, cualquier experiencia de movilidad académica supone “un revulsivo personal en todos los sentidos”.
Por eso considera “absolutamente necesario” que se promueva la movilidad académica entre los países iberoamericanos. “Iberoamérica se fortalece en tanto en cuanto se garantice la circulación del conocimiento”, añade, para luego destacar que “compartir experiencias académicas y profesionales, en definitiva, apostar por más ciencia, es un camino irrenunciable en un mundo globalizado e interdependiente”. Experiencias de movilidad académica internacional que benefician a personas, universidades, estados y sociedades, y que ahondan en la idea de “fortalecer el Espacio Iberoamericano del Conocimiento como un camino que deben seguir todos los países iberoamericanos, auspiciados por las diferentes instituciones regionales u organismos internacionales”.